Para Stephen y Louise la vida con su hijo Alex, de 16 años, puede llegar a ser muy difícil.

El deseo compulsivo del adolescente de jugar a videojuegos en los que se dispara como Counter-Strike hasta altas horas de la noche lleva años causándole angustia a la familia.

Recientemente, a Alex también le diagnosticaron autismo.

Desde principios de este año, el joven es paciente del Centro Nacional de Trastornos del Juego, una clínica que forma parte del sistema público de salud y está especializada en el tratamiento de esta adicción.

Imagen con fines ilustrativos.

Sus padres lo llevaron a la clínica, pero Alex no se ha adaptado. Louise cree que, aunque el tratamiento no esté funcionando para su hijo, hubo un beneficio inesperado para el resto de la familia.

«Lo más útil para nosotros es hablar con otros padres cuyos hijos tienen los mismos problemas con los videjuegos. Nuestro grupo de apoyo se reúne una vez cada quince días por Zoom», cuenta.

Su esposo Stephen agrega: «Creo que lo mejor es darte cuenta de que no estás solo. Hay muchas otras personas en todo el país y en todo el mundo que están pasando por la misma situación».

«Para nosotros, como pareja, como familia, ha sido un desafío porque es bastante difícil tener interacción fuera de la casa. Cuando tenemos visitas, él permanece en el piso de arriba jugando, gritando e insultando. Dormir también ha sido un gran problema, hasta el punto de tener que encender el ventilador para no oírlo mientras juega», añade.

¿Solo un pasatiempo?

El 62% de los adultos en Reino Unido jugaron videojuegos durante la pandemia, según la Oficina de Comunicaciones nacional.

Y un estudio reciente del Instituto de Internet de la Universidad de Oxford concluyó que jugar a los videojuegos es realmente bueno para el bienestar de los jugadores.

El profesor Andrew Przybylski, director de investigación del instituto, cree que los juegos en sí mismos podrían no ser el problema.

«Hasta donde yo sé, no hay evidencia científica cuantitativa de que haya algo especial en los juegos que cause algún tipo de daño psicológico. Existe una amplia gama de actividades o comportamientos que puedes hacer en exceso, ya sea comer o hacer ejercicio, sobre las que hay evidencias mucho más sólidas», dice.

«Si alguien está sufriendo y el juego es parte de eso, como cualquier pasión, esto es parte de la vida y experiencia de una persona. Probablemente la mejor manera de pensar en los juegos en este momento… es tratarlos como en cualquier otro hobby, y usarlo como una forma para que el terapeuta conecte con un paciente», agrega.

En el Centro Nacional de Trastornos del Juego, Becky Harris se apresura a señalar que la clínica no está en contra de los videojuegos.

«Aceptamos completamente que para muchas personas los videojuegos son algo realmente positivo en su vida. Estamos hablando de ese pequeño porcentaje que tienen un gran problema con ellos y realmente están afectando su calidad de vida y su capacidad para interactuar y funcionar«, afirma.